Existe una creencia popular de que comprar una casa es una forma segura de invertir dinero y asegurar un futuro financiero estable. Todos hemos crecido pensando que nos debemos de comprar una casa, ya sea por que es la métrica de éxito en el “camino de la vida” (casarse, comprar casa, tener hijos) o porque es lo que nos han dicho nuestros papás que es el “deber ser”.
Sí, tener tu propio techo es bueno, pero de eso a comenzar a adquirir inmuebles como un método de inversión hay un buen tramo, sobre todo si examinamos detenidamente las implicancias financieras y económicas que conlleva la compra de una casa en México.
La cosa se pone peor cuando tienes el dinero y en vez de invertirlo en acciones, bonos o fondos, decides comprar otro inmueble para rentarlo. ¡Pésima idea! La adquisición de propiedades, lejos de ser una inversión sabia, puede ser una trampa financiera que desvía recursos valiosos hacia oportunidades de inversión más lucrativas y menos riesgosas.
Las inversiones en el mercado financiero como acciones, bonos o fondos de inversión, ofrecen liquidez, diversificación de riesgos y la posibilidad de obtener rendimientos competitivos con una gestión adecuada. En cambio, la iliquidez inherente a los inmuebles, junto con los costos de mantenimiento, impuestos, un estado de derecho desfavorable y otros gastos asociados, pueden erosionar significativamente las ganancias potenciales derivadas de la renta o venta de propiedades.
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